16 de enero de 2012

La Lucha II

   Las garras del licántropo presionaban el cuello de Mina con una fuerza rara vez vista con anterioridad, lo cual hacía que nuestra protagonista se fuese quedando sin respiración y entrando en una especie de trance onírico, provocado tal vez por la falta de oxígeno.
En este trance volvió al epicentro de su locura, al corazón de sus recuerdos... pero en esta ocasión, algo había cambiado.
- ¿Se puede saber qué demonios estás haciendo? - le susurró Nuth saliendo de entre la maleza oscura del bosque. - No puedes rendirte ahora, ya has andado un camino muy largo y aun te queda mucho por recorrer, estás en la flor de la vida... ¿vas a tirar la toalla como si estuvieses en el ocaso de tu existencia? Mientras yo esté aquí, desde luego que no.
Nuth era una de las personas más especiales para Mina, era aquella que la había visto nacer, aquella que la alimentó y enseñó la cara amable de las cosas, aquella con la que había compartido mil y una aventuras...

Nuth era su Guía, era el ama de llaves de sus recuerdos.

Era un ser pequeño, pizpireto y adorable. Siempre llevaba una mochila llena de recuerdos, algunos menos bellos que otros, pero tenía un arma muy poderosa, que la convertía en un ser mágico y letal:

Su Sonrisa.

Desde pequeña Mina había confiado en ella, había seguido sus consejos y cuentan que a veces no necesitaban ni hablarse, puesto que con una sonrisa de Nuth, Mina podía comprenderlo todo.
- Nuth, ya no puedo más... no tengo fuerzas, ya no puedo seguir luchando. Estoy exhausta - replicó Mina con un hilo de voz. - Quiero volver a casa.

- Me dan igual tus pataleos y tus llantos - inquirió Nuth. - Sabes muy bien quién eres y cual es tu misión. Yo seria feliz de verte de nuevo con nosotros, poder lavar tus heridas y enjugar tus lágrimas... pero ese no es tu destino. No voy a aceptar excusas, no puedo permitir que te rindas, así que respira hondo, toma impulso, levántate y mira a los ojos de la bestia. Tu puedes vencerle, y sé que lo harás.
Está escrito en las estrellas.

Mina miró a Nuth, entró en el fondo de sus ojos y vio que todo aquello que le decía era cierto... no podía rendirse ahora, no podía echarse atrás...

A través de esos ojos Mina recuperó la conciencia y volvió a la realidad; pero esta vez no era la pobre desvalida de hacía unas horas... ahora su mirada era más poderosa, reflejaba el fuego que ardía de nuevo en sus entrañas. Sus colmillos destellaban, afilados como espadas, y sus garras crecían cada vez más, volviéndose sables asesinos.

Tomó impulsó y dio un manotazo al rostro del licántropo, el cual se sorprendió porque ya casi la daba por muerta. Se puso en pie, le miró fijamente y le dijo:
- Prepárate a morir... tengo que seguir mi camino y no puedo entretenerme con nimiedades como tú.
Nuestra valquiria-vampiro pegó un salto sobre la bestia, clavó sus garras en los hombros y atravesó su cuello con sus colmillos, succionando hasta la última gota de sangre de tan esperpéntico animal.

Mina se encontraba de nuevo en pie, había saciado su sed, matado a la bestia, y recuperado las ganas de seguir avanzando, pero... ¿cual sería su próximo destino?

El camino no había hecho más que empezar y ella estaba entusiasmada.